miércoles, 19 de octubre de 2011

Las Ciencias Económicas en las nuevas Universidades Públicas y la marca del pasado



Por Santiago González Arzac y Fernando de Leone[i]

Mientras en la Universidad Nacional de La Plata se discute una controvertida reforma al plan de estudios de la Licenciatura en Economía y en la UBA se alzan voces estudiantiles y docentes pidiendo participación en decisiones trascendentales que pueden sobrevenir en ese sentido, en las nuevas universidades públicas del Conurbano Bonaerense, creadas en respuesta a necesidades sociales de densos sectores poblacionales, se impone profundizar un debate amplio sobre la orientación de los planes de estudio en ciencias económicas.

Las Universidades Nacionales de General Sarmiento, La Matanza, Lanús, Quilmes, San Martín y Tres de Febrero, fundadas en su mayoría hacia principios de los noventa, y que hoy integran la Red de Universidades Nacionales del Conurbano Bonaerense (RUNCOB), plantean en sus proyectos institucionales que la producción y distribución de conocimientos para el desarrollo científico y del trabajo, la defensa de la democracia y los derechos humanos, como así también la formación pluralista y el pensamiento crítico, constituyen ejes fundacionales y fundamentales.

Pero en las ciencias económicas gobierna la ortodoxia y su correlato: el pensamiento económico neoclásico. Origen y a su vez punta de lanza de la situación vigente por la filosofía política neoliberal, hoy en inocultable decadencia, ineficaz en la actualidad y en el pasado reciente para explicar los problemas que acucian a la sociedad y actuar sobre los mismos, esta escuela se ha proporcionado y pretende defender un compendio teórico y un diseño curricular dominante, temerosos sus referentes de tener que ceder posiciones en los espacios académicos que ostentan hace décadas.

Con un discurso regido por la mercantilización, que además se ve acentuado por una gerencialización del funcionamiento institucional, olvidan el rol social de la universidad pública y su discurso produce, sí, produce, egresados competentes para emplear el basto herramental matemático aprendido, y un conjunto de recetas y procedimientos técnicos heredados luego de horas y horas de clases magistrales y de un sistemático abuso del manual, muchas veces escrito y diseñado en lejanas latitudes y contextos temporales y sociales ignorados. 

Y a pesar de ello, nos topamos con una realidad donde el incremento del financiamiento educativo de los últimos años plantea nuevos desafíos, tanto a las universidades recientemente creadas como a aquellas más tradicionales. Con una sociedad que legítimamente presiona sobre la educación pública para el cumplimiento exitoso de su función social y que nos impone una doble necesidad: la de trabajar por nuevas formas de integración, por un lado y la de alejarnos de la influencia tecnocrática que pretende estampar su perfil a los graduados y preespecificar el accionar de los docentes, por el otro.

En este contexto, los planes de estudio de las nuevas universidades intentan promover la mirada interdisciplinaria que introduce la problemática social en la discusión, dándole a la investigación un papel protagónico para una construcción crítica del conocimiento. El desafío de contextualizar, investigar y debatir experiencias se encuentra asociado a la posibilidad de llevar adelante un abordaje educativo no dogmático. Para ello es preciso comenzar por instaurar procesos de análisis y reflexión de las prácticas educativas, para que no cobre fuerza un pasado acrítico, receptivo sin más de las tendencias externas imperantes.

Por lo demás, el nuevo paradigma educativo exige que nos concentremos más en desarrollar las capacidades de los alumnos y menos en la distribución de los contenidos, respecto de los cuales es preciso que se ordenen las fuentes y se eviten los recortes arbitrarios. Los abordajes multidisciplinarios permiten introducir la problemática social, el trabajo en equipo admite un diálogo y un debate que brinda pluralidad y redunda en una construcción comunitaria del conocimiento.

El colectivo integrado por alumnos y graduados de universidades de todo el país, que conforman el espacio de las Jornadas de Economía Crítica, viene fortaleciendo estas ideas desde hace años, y se destaca como una referencia ineludible a convocar y escuchar por parte de las jóvenes universidades públicas, con el objetivo de evaluar y proponer contenidos heterodoxos que hagan más plurales las propuestas académicas vigentes e implementar nuevos métodos pedagógicos que promuevan el pensamiento crítico entre los futuros profesionales.


[i] Docentes universitarios. Grupo de Economía Crítica de la Universidad Nacional de Lanús. (G.E.C. UNLa)

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