Por Santiago González Arzac y Fernando de Leone[i]
Mientras en la Universidad Nacional
de La Plata se
discute una controvertida reforma al plan de estudios de la Licenciatura en
Economía y en la UBA
se alzan voces estudiantiles y docentes pidiendo participación en decisiones
trascendentales que pueden sobrevenir en ese sentido, en las nuevas
universidades públicas del Conurbano Bonaerense, creadas en respuesta a necesidades
sociales de densos sectores poblacionales, se impone profundizar un debate
amplio sobre la orientación de los planes de estudio en ciencias económicas.
Las Universidades Nacionales de General Sarmiento, La Matanza , Lanús, Quilmes,
San Martín y Tres de Febrero, fundadas en su mayoría hacia principios de los
noventa, y que hoy integran la Red
de Universidades Nacionales del Conurbano Bonaerense (RUNCOB), plantean en sus
proyectos institucionales que la producción y distribución de conocimientos
para el desarrollo científico y del trabajo, la defensa de la democracia y los
derechos humanos, como así también la formación pluralista y el pensamiento
crítico, constituyen ejes fundacionales y fundamentales.
Pero en las ciencias económicas gobierna la ortodoxia y
su correlato: el pensamiento económico neoclásico. Origen y a su vez punta de
lanza de la situación vigente por la filosofía política neoliberal, hoy en
inocultable decadencia, ineficaz en la actualidad y en el pasado reciente para
explicar los problemas que acucian a la sociedad y actuar sobre los mismos,
esta escuela se ha proporcionado y pretende defender un compendio teórico y un
diseño curricular dominante, temerosos sus referentes de tener que ceder
posiciones en los espacios académicos que ostentan hace décadas.
Con un discurso regido por la mercantilización, que
además se ve acentuado por una gerencialización del funcionamiento
institucional, olvidan el rol social de la universidad pública y su discurso
produce, sí, produce, egresados competentes para emplear el basto herramental
matemático aprendido, y un conjunto de recetas y procedimientos técnicos
heredados luego de horas y horas de clases magistrales y de un sistemático
abuso del manual, muchas veces escrito y diseñado en lejanas latitudes y
contextos temporales y sociales ignorados.
Y a pesar de ello, nos topamos con una realidad donde el
incremento del financiamiento educativo de los últimos años plantea nuevos
desafíos, tanto a las universidades recientemente creadas como a aquellas más
tradicionales. Con una sociedad que legítimamente presiona sobre la educación
pública para el cumplimiento exitoso de su función social y que nos impone una
doble necesidad: la de trabajar por nuevas formas de integración, por un lado y
la de alejarnos de la influencia tecnocrática que pretende estampar su perfil a
los graduados y preespecificar el accionar de los docentes, por el otro.
En este contexto, los planes de estudio de las nuevas
universidades intentan promover la mirada interdisciplinaria que introduce la
problemática social en la discusión, dándole a la investigación un papel
protagónico para una construcción crítica del conocimiento. El desafío de
contextualizar, investigar y debatir experiencias se encuentra asociado a la
posibilidad de llevar adelante un abordaje educativo no dogmático. Para ello es
preciso comenzar por instaurar procesos de análisis y reflexión de las
prácticas educativas, para que no cobre fuerza un pasado acrítico, receptivo
sin más de las tendencias externas imperantes.
Por lo demás, el nuevo paradigma educativo exige que nos
concentremos más en desarrollar las capacidades de los alumnos y menos en la
distribución de los contenidos, respecto de los cuales es preciso que se
ordenen las fuentes y se eviten los recortes arbitrarios. Los abordajes
multidisciplinarios permiten introducir la problemática social, el trabajo en
equipo admite un diálogo y un debate que brinda pluralidad y redunda en una
construcción comunitaria del conocimiento.
El colectivo integrado por alumnos y graduados de
universidades de todo el país, que conforman el espacio de las Jornadas de
Economía Crítica, viene fortaleciendo estas ideas desde hace años, y se destaca
como una referencia ineludible a convocar y escuchar por parte de las jóvenes universidades
públicas, con el objetivo de evaluar y proponer contenidos heterodoxos que
hagan más plurales las propuestas académicas vigentes e implementar nuevos
métodos pedagógicos que promuevan el pensamiento crítico entre los futuros
profesionales.
[i] Docentes universitarios. Grupo de Economía Crítica de la Universidad Nacional
de Lanús. (G.E.C. UNLa)
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